jueves, 4 de enero de 2007

La Verdulería


El hombre entra rápidamente por la pequeña puerta del departamento donde vive. Afuera es un hermoso día soleado, pero él de alguna manera lo encontró nublado. Carga con una bolsa de una verdulería que queda a dos cuadras de su hogar.

En el sillón frente a la puerta de entrada yace un maniquí que hubiera comprado años antes al dueño de un local que estaba fundido.

-Hola, mamá -le dice al maniquí, con tono cariñoso; y lo besa en la mejilla- hoy traje algunos amigos.

Una a una, va sacando las verduras que descansaban en la bolsa y las va acomodando en una repisa ubicada frente al sillón. Un alcaucil, un ananá, 4 manzanas, una lechuga. Primero señala al alcaucil, con la palma de su mano hacia arriba, como haciendo una presentación.


-Él es Jorge. Trabaja de ayudante en una veterinaria. Hablamos de animales y le gustan las tortugas, como a vos, mamá. Se moría de ganas de conocerte. Anda medio cansado, pero vino igual...es un amigo en serio, de fierro.

Luego es el turno del ananá.

-Ella es Miriam. Maestra jardinera, 24 años. Por las noches imagina historias que nunca escribe; sueña con gente que nunca conoció. De día ejerce su profesión con responsabilidad, y muchas veces se enamora de sus pequeños alumnos, aunque sabe que ellos la olvidarán muy pronto. Cocina un pastel de papas excelente, deberías probarlo.

-Ellas cuatro son bailarinas en el Colón. Claudia, Sofía, Ernestina, Victoria. Las traje porque las vi pidiendo limosna en una esquina y me sentí mal por dentro. Viste cómo soy...no soporto esta clase de cosas.

Por último, la lechuga.

-Ella es Carla. La conocí el otro día en el laburo. Tiene 35 años, unos pocos menos que yo. Le gusta el fútbol y en una época fue actriz de propagandas en Sábados Circulares. Tiene una colección completa de discos de The Beatles, después le vamos a pedir que nos cante un par de temas, si no le da vergüenza.

El maniquí permanece inmóvil, en su lugar de siempre. Al hombre le corre una lágrima por la mejilla mientras pone un viejo tema de Sinatra en el tocadiscos.

-Ay, Frankie...fly me to the moon...and let me play among the stars...

Es el tercer vaso de Whisky. El triste hombre no puede evitar decir lo que piensa a su auditorio de 8 personas.

-En toda vida siempre hay rastros de felicidad, ella alcanza como entidad a todo ser viviente. No es mi caso. De todas maneras, quiero agradecerles su compañía durante todo este tiempo.

El hombre cae muerto al suelo, víctima de su tristeza. Una compañera que lo acompañó por demasiados años ya. Su corazón simplemente se hartó de su vida.
Su madre, en el sillón, grita su nombre. Todos sus invitados tratan de reanimarlo, pero no hay caso. Encontraron un papel en el bolsillo de su saco, que sólo decía "life lets you live". Sólo eso.

El telón se cierra sobre la escena, pero no hay aplausos, sólo silencio. Detrás del telón, unas pocas verduras esperan ser recogidas y un hombre ha acabado con su vida. Mientras, la vida continúa. Afuera es un hermoso día soleado, pero alguien de alguna manera podría encontrarlo nublado.

5 comentarios:

Luciano dijo...

Post retro de mis épocas oscuras! Para los que ya lo hayan leído, perdón.

Flor dijo...

Esta muy bueno, che. Te aseguro que si lo hubiese visto en teatro me largo a llorar... por la historia en si y por los recuerdos.
Iba a comentar en el post anterior, el de los museos pero la verdad es que fui a un solo museo en toda mi vida y no me produjo ese sentimiento, aunque casi.
Un saludo y gracias por pasarte por mi blog.

Luciano dijo...

Aunque casi! Es más que suficiente, flor.

Zoimanzanita dijo...

Let me see what spring is like on Jupither and Mars. In other words, hold my hand, in other words, darling kiss me...
Muy bueno. me quedo.

Henrieta R. Hipo dijo...

Ehhh... me encantó.
¿Para qué decir más?

Besos.