lunes, 21 de mayo de 2012

Polizón


    Cuando se despertó, tuvo que acercarse a una pared donde una lamparita parpadeaba para fijarse la hora. Eran las dos de la mañana. Todo el mundo estaba en movimiento y caía una llovizna persistente que lo había mojado de pies a cabeza mientras dormía sobre unos tablones de madera. Le dolía la cabeza y estaba mareado. Aprovechando el siguiente sacudón se tiró contra la baranda que había a unos metros de la pared y vomitó violentamente el contenido de su estómago. Los chorros verdes desaparecieron entre las olas. Le quedó un ardor en la garganta que se sacó escupiendo con fuerza. No recordaba haberse subido a un barco. Estaba asustado. Instintivamente metió las manos en los bolsillos buscando su billetera. No estaba. Caminó por la cubierta buscándola cerca del lugar donde se había despertado. Tampoco la encontró ahí. Reprimió las ganas de vomitar que le volvieron e hizo un nuevo esfuerzo por recordar. No solamente no se acordaba cómo había llegado ahí, sino que tampoco estaba seguro de cuál era su último recuerdo. Se cansó de mojarse y probó la puerta del camarote más próximo, que se abrió con un chillido. La habitación estaba iluminada solamente por una vela sobre la mesa en el centro. Sentado del otro lado había un hombre que se levantó a estrecharle la mano.

– Carlos Medrano –dijo, mientras le daba un apretón lleno de fuerza y pelos de mano. Tenía una barba blanca de un par de días y un ojo medio desviado.
– Sergio Álvarez –respondió Sergio con un poco de miedo.
– Siéntese. ¿Café?
– No, gracias. Para serle sincero, creo que ando con alguna clase de amnesia. ¿Dónde estamos?
– En un barco. En un sueño.
A Sergio dentro de la confusión cualquier respuesta le parecía válida. Incluso esa.
– ¿Quiere decir que estoy durmiendo? ¿Soñando esto?
– En realidad es un poco más complicado que eso. Este sueño no es suyo, Álvarez. Es el sueño de otra persona.
Sergio suspiró.
– ¿Cómo de otra persona? ¿De quién?
– El soñador es don Galo, mi almacenero.
Sergio hizo un esfuerzo, pero no pudo recordar a ningún almacenero con ese nombre.
– ¿Y me quiere decir qué hace un almacenero soñando conmigo?
– Los sueños son así, Álvarez –dijo Medrano tomando otro sorbo del café– Un pensamiento aparece en la mente y enseguida se transforma en una imagen vívida. Personas que creemos haber olvidado. Animales imposibles. 
– ¿Hay alguna manera de salir de acá?
– Claro que la hay. Naturalmente, pueden haber consecuencias inesperadas. Pero todos los sueños se terminan en algún momento. Este sueño se termina cuando se hunde el barco. O cuando don Galo se despierte. Lo que pase antes.
Sergio pensó un momento antes de hacer su siguiente pregunta.
– Además de ser un sueño, ¿Este viaje en barco sucedió en realidad?
– Yo pienso que es sólo una proyección del futuro sobre la imaginación de don Galo.
– ¿Cómo? ¿Es posible soñar sobre algo que todavía no pasó, pero que va a pasar?
– Por supuesto –dijo Medrano–. En el fondo lo que inquieta a don Galo y a unos cuantos más es que estamos viviendo una especie de suspensión del futuro. Por eso están preocupados y preguntan el nombre del barco. ¿Qué quiere decir el nombre? Una garantía para eso que todavía se llama mañana, ese monstruo con la cara tapada que se niega a dejarse ver y dominar.
– ¿Y para qué quiere saber el nombre?
– Yo creo que es porque de saberlo pueden evitar subirse y morir en el accidente cuando realmente suceda. O algo de eso. Y si usted ahora aparece en el sueño también, puede que le sea útil saberlo.
– Imagino que usted también querrá salvarse.
– Yo estoy viajando por propio interés. Vine al barco a morirme, así que no pienso averiguar nada ni escapar. La pregunta para usted, Álvarez es: ¿Está compartiendo este sueño? ¿Está acá de prestado, durmiendo en su propia cama, quizás cerca de don Galo, soñando lo mismo que él?¿O es solo un personaje que desaparecerá cuando le suene el despertador al viejo?


    A Sergio lo aterró esta última idea. No estaba seguro de creer que se pudieran compartir los sueños, pero mucho menos le gustó la idea de ser un monigote del momento. Su cabeza empezó a barajar distintas posibilidades. De repente se le ocurrió algo: don Galo debería estar en alguna parte del barco. El soñador siempre aparece en su sueño. Una certeza entre tanta incertidumbre se sintió bien, como un peldaño firme en una escalera de arena. Dejó el camarote de Medrano sin saludarlo. La puerta hizo un ruido sordo al cerrarse. Se le ocurrió que el lugar más probable para encontrar a don Galo sería al timón del barco. Subió apresuradamente las escaleras mojadas por la lluvia y entró en la cabina, que estaba a media luz. Un rayo lo iluminó todo por un instante. Don Galo era un hombre viejo pero grandote. Su espalda se recortaba contra el cielo tormentoso. Vestía un uniforme de la marina. Tenía una voz ronca.

– ¿Sergio?
– Imagino que usted es don Galo. ¿Cómo conoce mi nombre?
El viejo lanzó una carcajada.
– ¿Don Galo? Qué raro que me digas así. Galíndez me decías vos. ¿Qué hacés acá?
– Eso me gustaría saber a mí también. La verdad que no puedo recordar cómo llegué acá ni por qué me duele tanto la cabeza. 
– Me temo que yo tampoco puedo ayudarte con eso. También me extraña mucho que estés acá. Te tenía por muerto.
A Sergio le dio un escalofrío en todo el cuerpo.
– ¿Muerto?
Don Galo soltó el timón y se dio vuelta. Se movía lentamente, con la calma de los viejos.
– Soy Galíndez, del colegio. ¿No me reconocés? Vos estás igual que como te recuerdo. Qué injusto que yo haya envejecido y vos sigas tan joven.


    Sergio cerró los ojos y se dejó llevar por las palabras de don Galo. De repente le llegaron algunos recuerdos desteñidos, como de película vieja. Estaba en el patio de un colegio. El suelo era de color rojizo. En los extremos del patio habían dos arcos de fútbol medio desvencijados. A un costado, un pasillo bajo un techo de tejas. Contra la pared había un kiosco improvisado en una ventana de lo que alguna vez había sido un aula. El kiosquero acomodaba unas cajas en los estantes de atrás. Al terminar, se dio vuelta y levantó una mano, como saludando. Sergio se quedó totalmente paralizado. Era él mismo, atendiendo el kiosco. De repente lo entendió: eran las memorias del viejo. El viejo lo recordaba de cuando él le vendía en los recreos del secundario, y ahora él podía ver sus recuerdos.

– Galíndez. Vos jugabas bien a la pelota. Yo te dije que te fueras a probar a Independiente.
– Exacto. Ahora te pido que por favor hagas memoria y me digas cómo llegaste al barco.
– Sigo sin entenderlo – mintió. En realidad lo aterraba la idea de que el viejo se despertara.


    Se sintió un fuerte golpe al frente del barco. El sacudón tiró a Sergio y a don Galo al piso de la cabina. El ruido de la tormenta fue tapado por una sirena ensordecedora. Sergio se levantó tambaleando y miró a don Galo. El viejo estaba paralizado por la confusión. El siguiente sacudón los levantó por el aire y al caer, Sergio golpeó con el taco del zapato la cabeza de don Galo. Sintió miedo, y después se volvió el miedo mismo, y después un escalofrío, la nada, sólo un dolor de cabeza de don Galo, que se movió en su cama y el sueño del barco pasó a ser una historia sobre nubes, o sobre amapolas amarillas.

domingo, 15 de enero de 2012

Quinto cumpleaños tardío y nueva vida


El pasado 31 de Diciembre fue el quinto cumpleaños del blog. Recibí muchas quejas de lectores preocupadísimos porque no hubo post relativo al evento, así que en un intento desesperado de enmendar la situación, hago post doble de cumpleaños y novedades varias.

La segunda mitad del 2011 estuvo marcada no solamente por el estudio del Japonés para dar el JLPT N4 (resultado todavía pendiente y de pronóstico reservado), sino por la organización de mi nuevo proyecto: venirme a vivir a Nueva York para trabajar para Amazon. La verdad que hace tiempo que quería intentarlo, dado que es una ciudad que me encanta y que tiene una vida cultural fascinante. Así que bueno, aprovechando que coincidieron unas cuantas variables, me pareció que este era el momento adecuado para hacerlo.

Es muy temprano todavía para saber si esto fue un acierto o un fracaso en cada una de sus dimensiones (laboral, social, económica, etc). Haré el primer balance de la situación seguramente en unos meses.

Dentro de las cosas que acompañan al cambio de vida, tengo planeado volver a escribir utilizando una metodología diferente a la que venía usando hasta ahora. No quiero dar mas detalles por el momento, pero espero poder cumplirles y publicar algo acá cada tanto. 2011 no fue un año de muchos posts, asi que veremos qué podemos hacer en 2012. Para empezar, creo que el primer post del revival va a ser uno que les debo desde hace un tiempo (música de suspenso...). Vamos a ver como sale.

Muchos saludos a todos!

lunes, 25 de abril de 2011

Barco de papel


Papá me hizo este barco de papel bien grande, me sentó adentro y me tiró al río para ver hasta donde llegaba. A mí me parece que esperaba que me hundiera en seguidita, y seguro estaba listo para venir a rescatarme (él sabe nadar muy bien); pero no, ya llevo un buen ratito andando, y esto sigue. La verdad que es lindo. Para mí que voy a llegar a África, donde viven el león, la jirafa y el elefante. Lo único que no me gusta es que el barco se mueve mucho, y me dan un poco de ganas de vomitar. Cuando pasaba eso en el auto, mi mamá me ponía Reliverán en la boca (es muy amargo) y se me pasaba. Pero hoy no vino mamá a pasear con nosotros. No sé por qué. Siempre venimos los tres juntos a Vicente López a remontar barriletes y a tomar mate con medialunas y churros. Pero hoy seguro le dio frío, porque es otoño y hay un viento bastante fuerte. Esta mañana me dio un beso y un abrazo muy fuerte, y estaba un poco más callada que de costumbre. Yo sé que anoche pelearon con papá. Se piensan que no me doy cuenta porque soy una nena, pero se escuchaban los gritos desde mi pieza. A mí no me gusta que peleen. Pero ahora me preocupa más mi barco, porque el papel ya empieza a estar más mojado, y yo no sé nadar. En la costa papá ya se ve muy chiquito pero no deja de mirarme. Yo lo saludo con la mano pero despacio, porque me da miedo caerme. El cielo está todo gris, como si lo hubieran tapado con algodones sucios. El barco avanza pero se está rompiendo, y con los pies mojados me da más frío. Atrás mío suena un trueno: el rayo debe haber caído en África. Pero yo miro a mi papá. No sé por qué se acomoda la campera y sube al auto, como si no le importara que el barco se mueve mucho y que yo lloro porque tengo mucho frío.

sábado, 9 de abril de 2011

El momento de hablar de Japón

Una noche de bares con amigos en Tokio

Como todos ustedes saben, soy un gran fan de Japón y tuve la oportunidad de visitar ese maravilloso país. Los que me siguen en Facebook o Twitter ya han tenido que soportar mis posts sobre lo que está pasando en el país del sol naciente. A todos los que no les interese, les pido disculpas. Las últimas semanas fueron difíciles para mí, sobre todo por la diferencia horaria. Muchas noches me quedé despierto charlando con mis amigos y mirando las noticias que iban llegando desde la mañana nipona.

Dado el aprovechamiento de los medios masivos de comunicación para generar pánico, y la gran desinformación a la que estuvimos y estamos sometidos, preferí guardar silencio en el blog para no hacer más ruido. Ahora que ya pasó un tiempo prudencial, decidí armar un FAQ (Preguntas Frecuentes) para hacer el post lo más conciso y objetivo posible, con las cosas que me fueron preguntando mis conocidos durante los últimos días.

No estabas ahí cuando pasó todo esto, ¿No?
Afortunadamente me fui de Tokio 5 días antes del terremoto. La verdad que fue una suerte, porque si hubiera estado ahí hubiera generado toda una situación de stress en mi familia.
¿Qué tan mal está la cosa por allá?
No puedo contestar esta pregunta en el sentido amplio, porque no tengo conocidos en las áreas más afectadas (que son las que sufrieron el tsunami). Mis amigos viven en Tokio, Osaka, Kioto y Kumamoto. Por lo que me cuentan, están preocupados por la contaminación causada por la planta nuclear, pero ninguno está pensando en huir a causa de eso. Confían en la información que les brinda el gobierno japonés y están decididos a hacerle frente a la situación para salir adelante lo antes posible.
¿Tus amigos están bien?
Por suerte todos mis amigos están perfectamente bien al día de hoy, al igual que sus familias.
¿Quedó algo de Tokio?
¡Tokio está intacta en un 99%! No dejen que los medios los confundan. Sí es cierto que están ahorrando energía para no tener que efectuar cortes programados, así que mucho del glamour de la ciudad en este momento está en pausa (por ejemplo las pantallas gigantes en Shibuya y otras cosas que no son estrictamente necesarias). Por lo que me cuentan, también hay algunas cosas que son difíciles de conseguir, por ejemplo yogur (esto se debe a que tiene un proceso de elaboración muy estricto y un corte de energía en medio de la fabricación obligaría a tirar todo). Fuera de esto, la gente intenta continuar con sus vidas con normalidad. Otra cosa que están sufriendo en este momento son las réplicas del terremoto del 11 de Marzo, algunas bastante fuertes.
¿Vas a volver a Japón?
¡Por supuesto que sí! Ojalá pueda, claro. A veces con la voluntad sola no es suficiente. Pero desde el día del gran terremoto estoy esperando poder volver a visitar a mis amigos y a los lugares que tanto quiero.
¿Cuándo?
El plan original, antes de que pase todo esto, era volver en Octubre o Noviembre de este año. La verdad es que todavía falta bastante para eso y me gustaría decidir más cerca de esa fecha. Seguramente en Agosto tome una decisión. Si no llega a ser posible, volveré a principios del año que viene.

Esto es todo. Cualquier otra pregunta, dejen un comentario y les contesto todo lo que sepa (y lo que no, lo preguntamos :) ).

martes, 1 de febrero de 2011

Kilos que se van



Hace un poco más de un año y medio les conté cómo mi orgullo de autodidacta había coartado mi posibilidad de aprender japonés seriamente. Luego del avance hecho en este tiempo y la cantidad de amigos que hice gracias a esa maravillosa lengua, tengo que decir que pocas cosas como ese orgullo dañaron tanto mi capacidad de progreso.

Hoy les quiero hablar de otra transformación, que va a sonar a propaganda de "Reduce Fat Fast". Cansado de vivir muchos años con sobrepeso, decidí ir a un nutricionista para que me ayude a solucionar mi problema. Consideré que era el momento de poner punto final a esos intentos de "cuidarme" que nunca terminaban con un éxito mayor a los 4 kilos bajados (que luego recuperaba con el tiempo). Agarré la cartilla y pedí turno en un médico. El primer pesaje arrojó 93 kilos. Como mido 1,70, estaba con unos 20 kilos de más.

Luego de hacerme los análisis de rutina, marqué en una planilla de ingredientes los que a mí me gustaban. Con eso, el doctor me armó una dieta convencional, con control de calorías, y acordamos un nivel de ejercicio (que por suerte pude exceder). Me propuso controles semanales para no perder el hilo del progreso.

Hoy ya llevo bajados 19 kilos y contando. ¿Saben cuánto me llevó bajarlos? 2 meses y medio. ¿No es muy loco cómo podemos convivir tanto tiempo con un problema que nos costaría tan poco tiempo solucionar?

El proceso está siendo totalmente educativo. Los beneficios son múltiples: solucioné problemas de piel que arrastraba hace años, puedo jugar varios partidos de fútbol por semana, mejoré mis tiempos corriendo 10K y estoy seguro de que mis variables como colesterol, triglicéridos, etc. deben de haber mejorado en varios órdenes de magnitud (aunque tengo un análisis pendiente para comprobarlo).

Amigos, espero que esto les sirva como inspiración a todos aquéllos que hayan probado con dietas de revistas, productos milagrosos, consejos de amigos y hambrunas varias. El "milagro" está ahí, es posible, y está delante de nuestros ojos: es un problema que la medicina tiene solucionado desde hace mucho, mucho tiempo.
¡Un saludo liviano a todos!

viernes, 31 de diciembre de 2010

Cuarto cumpleaños



El tiempo pasa y así como quien no quiere la cosa, este humilde blog llega a su cuarto año de vida.
Durante este último año el blog vivió un revival en cuanto a posts y visitas. El objetivo para 2010 era que hubiera más posts que en 2009 y lo hemos conseguido (por un post!). El desafío para 2011 es aprovechar el envión y seguir creciendo.
Los siguientes fueron los hechos más importantes del blog en el 2010:

Aquí les dejo el link al primer post del blog, al post del primer aniversario, segundo aniversario y tercer aniversario. Muchas gracias por seguir leyendo! Salud!

sábado, 11 de diciembre de 2010

Epo e tai tai e...

Hace mucho en la colonia de verano del Club Lanús uno de los profesores nos enseñó una canción que cantábamos cuando íbamos de la cancha de fútbol a la pileta, o de la pileta a tomar la merienda al buffet. Y a pesar de que esto pasó hace unos veinte años, todavía me asaltan sus estrofas de vez en cuando. Es raro que la recuerde, porque la letra de la canción no está escrita en español. Tampoco en ningún otro idioma que conozca. Dice así:

E po e taitai e...
E po e taitai e! 
E po e taitai,
E po, e tukituki
E po e tuki tuki e!

Acá tienen un video de gente cantándola:



Hace poco se me ocurrió buscar en Google a ver si alguien más la conocía. Después de leer páginas como ésta, llegué a descubrir su origen. La versión original la escribió Kingi Tahiwi en 1909 en Otaki, Nueva Zelanda. Totalmente enamorado de una mujer Maorí, le escribió una canción en su idioma para conquistarla. La letra no era exactamente la misma y estaba apuntada a resaltar sus cualidades viriles. Durante la segunda guerra mundial los soldados maoríes en Italia la modificaron y crearon la versión que llegó intacta hasta nuestros días.

Hace cien años la escribió un hombre enamorado. Durante varias generaciones sobrevivió y de alguna manera llegó hasta mi profesor, quien me la transmitió a mí. Ahora yo se la transmito a ustedes. Y así la canción sigue viviendo, con su ruido a cuero y polvo. Y seguirá viviendo, porque cuando ya no queden hombres sobre la Tierra la seguirán cantando el viento y las palmeras.

Algún lector la conoce? Si es así, dónde la aprendieron?

lunes, 22 de noviembre de 2010

Tokio vs Kioto


Cuando me pongo a hablar de Japón (y los que me conocen saben que esto pasa muy a menudo) muchos suelen preguntarme el porqué del nombre de las ciudades Tokio y Kioto. Yo también me lo pregunté, porque parece que fuera el mismo nombre al revés. Si bien desconozco los motivos de la elección de los nombres, los nombres japoneses tienen un significado y este caso no es la excepción.

Tokio se escribe en japonés 東京 (se lee Tōkyō, con ambas “o” largas); éstos dos caracteres significan “este” y “capital”, por lo que el nombre significa “capital del este”.

Kioto se escribe en japonés 京都 (se lee Kyōto, sólo la primer “o” es larga); en este caso como podemos ver el primer caracter es el de “capital”, y el segundo puede significar también capital, o “metrópolis”.

Así que ya ven, no es cierto que sean el mismo nombre al revés: incluso la pronunciación de las sílabas no es exactamente igual. Espero que este post ayude a otros que tengan la misma duda. Un saludo a todos!

domingo, 14 de noviembre de 2010

Coma


Parece tan lejos ahora 1989, cuando dejé el mundo para no volver. Parece pero no es tanto; veinte años no es nada para la vida de una persona de mi edad. Muchos se preguntarán qué me pasó, como si fuera un hecho muy misterioso. Sin embargo es muy simple: me cansé de la gente, de lo difícil que es tener a alguien verdaderamente cerca, y me subí a este barco mental donde nadie me molesta, donde sólo respiro y pienso. Pienso en colores, en cosas abstractas, en un olor a rosas pálidas medio moribundas, en el mar, en la noche. Pienso en estas cosas y mientras sonrío para mis adentros. Seguro que mi boca allá en mi cuerpo está quieta como la boca de un muerto. Mi cara debe tener mucha barba ya, y no creo que nadie se acuerde de limpiarme ni de cuidarme. Yo también olvidé muchas cosas en este tiempo. Lo último que olvidé es el nombre de mi mamá. No me acuerdo si era Alicia, Elcira o Elvira. Me acuerdo parte de su cara, una sonrisa, y su ojo derecho medio tapado por un mechón de pelo rubio. Me pregunto cuánto tardaré en olvidar también esa imagen, hasta que me quede solamente el brillo en ese ojo que se multiplica y después sólo una sensación, un color asociado con un sentimiento tibio, y después ni siquiera eso. Sé que el lenguaje tampoco me va a durar para siempre, pero todavía converso conmigo mismo, como metido en una bolsa. Hay mucha paz acá. Así debe haber sido mi espera para llegar al mundo. Y así como en aquél momento seguramente no todo era oscuridad, ahora tampoco lo es. Entre la negrura de mi mente distingo una silueta que parece ser un árbol o un hongo gigante. No puedo ver bien a qué distancia está, y no sé si me dirijo a él o si está creciendo. Pero eso es mi mundo ahora, un color negro que vira al rojo pálido y la silueta del árbol (o el hongo) y el olvido a mi lado, como con forma de nada. Allá afuera no estoy seguro de que el mundo siga siendo mundo, o si se agotó como una pera reseca dejada en la ventana y yo vivo solamente porque estoy enchufado a alguna máquina que me mantiene con vida.
Mi plan final es inventarme una canción corta y fácil de recordar. Y cuando la termine, voy a cantarla una y otra vez, y va a ser mi despedida de todo. Al final en mi mente sólo van a existir las palabras de la canción, no voy a poder tener otras ideas que no sean la canción, y de a poco también la canción se irá transformando en un sólo sonido, y hacia ese sonido, o quizás sea un color, o un lugar tibio, voy a ir con todo mi ser a apagarme para siempre.

martes, 2 de noviembre de 2010

Y llegó el pulgar!


Usuarios frecuentes de Facebook: no les pasa a veces que, de tan acostumbrados a darle "like" a muchas cosas en FB se vuelve un hábito, y después quieren "likear" noticias de los diarios (que leen online), tweets, y cosas así? Bueno, a partir de hace un par de días, pueden darle "like" a los posts de este blog, y al blog mismo. Conste que lo hago sólo para satisfacer su ansiedad :) Vamos a ver cuánto dura!

Aprovecho para comentar que para cumplir con la cuota mínima de posts que me había impuesto para este año, tengo que postear al menos cuatro veces más. Lo veo difícil, pero bueno, veremos...

Un saludo a todos!

jueves, 14 de octubre de 2010

Season lag


Mucho se habla y se ha hablado del jet lag, fenómeno que ocurre cuando uno atraviesa zonas horarias y el cuerpo se piensa que es una hora y en realidad es otra (y no, no alcanza con que la mente sepa que es de día mirando el sol, pregúntenle a Hernán que creía que era así y después se quería matar). Pero dado que este blog es pionero en descubrimientos científicos y será leído en las facultades de medicina y otras por las generaciones futuras, como lo hicimos con el cansancio de museo, ahora ponemos en evidencia otro fenómeno: el season lag.

Por ejemplo este año me tocó viajar dos veces al hemisferio norte; en Febrero estuve en el invierno de Chicago (mamita querida! de -8 °C a -6 °C parejito todos los días) y New York (más llevadero), y en Septiembre estuve en el final del verano japonés (que fue el más caluroso de los últimos varios años, 34 °C de máxima todos los días). Eso se intercaló con el clima argentino (unos 4 meses de Córdoba, donde hace más calor que en Buenos Aires, y Buenos Aires). Con lo que mi año se pareció más o menos a esto: Verano-Invierno-Otoño-Invierno-Verano-Primavera-Verano (esperemos). Y la verdad que muchas veces salgo a la mañana y algo en el cuerpo me dice "uh, no, está haciendo más calor, tenía que hacer más frío". Es algo visceral, animal. Igual que pasa con el jet lag, no se cura mirando el almanaque.

Amigos viajantes: Les ha pasado algo similar? Si les pasó, cómo pelearon contra eso?
Un saludo a todos!

domingo, 29 de agosto de 2010

Los verdaderos nombres de los restaurantes chinos

Como muchos de ustedes saben, hace muchos años que me interesa la cultura japonesa, lo que me llevó el año pasado a ponerme a estudiar el idioma japonés. Esto a su vez me hizo aprender a reconocer letras chinas (dado que los japoneses usan algunas de ellas).

Así fue como una vez mirando un menú del restaurante chino "Recoleta Town" (al cual pedimos delivery siempre en el laburo y es muy bueno) reconocí en el nombre chino el caracter que significa "flor". Era obvio que ahí decía otra cosa. Así que me puse a buscar ese y otros casos, y aquí les dejo el resultado de la investigación.

Quiero aclarar que usé un diccionario chino y algunos amigos chinos que hice últimamente en lang-8 para las traducciones, pero que si alguien sabe más que yo y quiere corregirme, bienvenido sea.

Caso 1: Recoleta Town



Como les dije, con éste empezó todo. En este caso los caracteres que se ven arriba de todo son 丁香花园. "Flor" es el tercero, pero todo junto significa "El jardín de las lilas". O sea que es como un "Cabaña Las Lilas" versión china!
Resultado: el nombre real no tiene nada que ver con la versión en español.

Caso 2: Todos Contentos



Fui un par de veces y me gustó. Tienen manteles de papel con el horóscopo chino. El nombre de por sí es muy simpático, pero bastante dudoso. Los caracteres chinos que se ven en el centro son 大家樂. "大家" significa "todos", y "樂", contentos.
Resultado: en este caso los nombres sí se corresponden

Caso 3: Dragón Porteño



Claro, qué chance hay de que ahí diga porteño en algún lado? La realidad es que tampoco está el caracter de "dragón". Los caracteres son 巧味軒. Acá el diccionario no agrupa caracteres para formar otras palabras, así que nos tenemos que arreglar con el significado de los caracteres por separado. "巧" es "habilidoso", "味" es "gusto", y "軒" en este caso puede ser carroza, balcón o simplemente el apellido del dueño del restaurante (Xuan). O sea que sería una versión china de "El Buen Gusto". Ni dragón, ni porteño.
Resultado: el nombre real no tiene nada que ver con la versión en español

Si tienen algún otro caso más que les guataría investigar, pasen una foto y lo hacemos. De paso les dejo este link: cuidado cuando se hagan un tatuaje con caracteres chinos o de cualquier otro idioma que no dominen!

miércoles, 4 de agosto de 2010

Atardeceres


10 de Febrero

Lo estuve pensando varios días y no da para más: me harté de la ciudad. Entre el ruido del tránsito, los accidentes, la falta de lugar y las interrupciones, no puedo trabajar. Siempre me llama alguien por teléfono, o se lastima el nene de abajo y grita como un descosido, o me cortan el agua y no puedo bañarme. Por la calle la gente me choca a cada rato. Me salió un sarpullido en todo el brazo que me pica constantemente y no paro de rascarme. Ya varias veces me dieron ganas de irme pero al mismo tiempo que lo consideraba, la tensión aflojaba un poco y me terminé quedando más de lo debido. También me decidí a empezar a escribir este diario con la plena confianza de que la tranquilidad se va a poder evidenciar en mis palabras escritas. Seguro me va a dar gracia volver a leer esto en un tiempito, ya calmo y trabajando en lo que más me gusta. Me voy a dormir muy contento con mi decisión.

11 de febrero

Llamé a mi hermana mayor para pedirle las llaves de la casa del campo. Contrariamente a lo que pensaba, no me hizo ningún escándalo; solamente le pareció medio raro que me vaya a vivir tan lejos, aislado de la ciudad. A la tarde pasé por su casa. No hablamos mucho más, me dio las llaves y unas tortas fritas para que comiera en el viaje. Me dijo que seguramente me darían ganas de volver luego de relajarme un poco. La verdad es que quizás tenga razón, pero ahora todo lo que me importa es irme, aflojar las tensiones, pintar.

12 de febrero

El viaje fue largo pero ya en el tren sentí que la calma y el sentimiento de aventura empezaban a apoderarse de mí. Me siento joven, listo para salir corriendo. Me traje solamente la ropa, un caballete, los óleos, unos pocos lienzos y el talco para pies, que me hace mucha falta. En la estación nadie me reconoció (por suerte). Le pedí a un paisano que andaba en sulky que me alcance, y le tiré unos pesos de propina. La casa está más o menos como la recordaba de la niñez. Quizás un poco más sucia y con el pasto crecido (el casero solamente viene una vez cada dos meses a cortarlo y limpiar un poco). Me tomé un té que encontré en la alacena de la cocina y ahora me voy a dormir.

13 de Febrero

Es increíble cómo se duerme en el campo. El silencio que hay por la noche es total. A la mañana me desperté con el cantar de los gallos y los pajaritos y fue muy natural. Como si dormir significara esto y no lo otro que hacía en mi departamento.

Hoy fui a buscar víveres al pueblo. Carne, arroz, algunas verduras que no crecen en el huerto, querosene para la heladera, velas. Volví a casa, dejé todo y me fui a pasear por el campo. Es increíble lo hermoso que es. Lleno de pastizales altos, girasoles, plantaciones de maíz y otros cultivos. Todo amarillo. Volví cansado pero lleno de ganas de ponerme a trabajar. Decidí que voy a pintar en el campo, al rayo de sol. No me va a venir mal para sacarme el color blanco que tengo.

Me encanta esto de escribir a la luz de la vela. Ya tengo mejor el brazo.

14 de Febrero

Hoy fue mi primer día de trabajo en el campo. Planté el caballete en la tierra, en medio del cultivo. Lo aseguré con unas piedras y tierra amontonada para que no se mueva mucho al pintar. Estuve unas dos horas bocetando antes de pasar a los óleos. Me enfoqué principalmente en la plantación de girasoles que hay alrededor de la casa. El sol se iba poniendo hacia el centro de la escena, así que también lo incorporé. La casa se robó un pedacito de lienzo sobre la izquierda. Después de delinear la idea original, empecé a colorear. Todavía no hacía mucho de eso cuando escuché a unos cuervos pasando por arriba de donde estaba apostado. Un cuervo se desprendió de la bandada y se paró sobre el caballete. Se quedó mirándome fijo unos segundos (vaya uno a saber qué pensaba el bicho). Estábamos tan cerca que me pude ver reflejado en sus ojos negros. Al rato pegó un grito y salió volando a unirse de vuelta con el resto. Menos mal que no llegó a estropearme nada.

Pintando ahí me siento un poco planta. Cuando sopla el viento y estoy muy entretenido con el pincel en la mano siento que me inclino un poquito, casi como un junco o una espiga de trigo.

La pintura me va quedando bien, pero todavía le falta un poco. Mañana seguramente decida si la sigo o empiezo otra cosa.

Recién comí un guiso con sobras de cosas de los días anteriores. En un rato apago la vela y me duermo. Voy a dormir muy bien luego del trabajo de hoy. Se siente el cansancio.

15 de febrero

Hoy me desperté muy tarde; por cómo entraba la luz del sol por la ventana calculo que ya era mediodía. Me sentía medio raro; cuando intenté incorporarme me dí cuenta de que tenía fiebre. Evidentemente me hizo mal tanto sol de golpe. Estuve bastante descuidado con eso. Tengo mucha sed. Ya me tomé más de la mitad del agua que había juntado del pozo ayer. Cuando baje el sol voy a ir a buscar un poco más para tener para la noche. No tengo hambre. No doy más del dolor de cabeza.

Ahora me acabo de despertar de una siesta y no sé qué hora es. Todavía tengo mucha fiebre. Cuando cierro los ojos, veo figuras borrosas de colores sobre el fondo negro. A veces se me hace que es una enfermera, o un topo. No pienso ir a buscar agua. Voy a esperar hasta mañana a ver cómo me siento. Me tomé lo que me quedaba de agua en la botella.


18 de febrero

Puse 18 por poner un número, pero no estoy seguro de qué día es. Con el asunto de la fiebre perdí un poco la noción del tiempo y acá no tengo ni radio ni nada para fijarme. Poco importa, la verdad. Fui varias veces a buscar agua al pozo y en seguida me metí de vuelta en la cama. Me hice una sopa y terminé el pan que había comprado en el pueblo; casi no tuve apetito. Por suerte ya me siento mejor. Seguramente mañana después de ir a comprar algo más de comida me ponga a trabajar de nuevo. No escribo más porque tengo miedo de que me vuelva el dolor de cabeza.

19 de febrero

De vuelta la incertidumbre por la fecha, pero dejémoslo ahí, que hay otras cosas mejores que contar (¿a quién? ¿a mí mismo en el futuro?). Hoy volví a pintar. Al mediodía sentí el sol como un dolor persistente en la parte de arriba de la cabeza. Puede sonar medio raro, pero lo aguanté porque sentí al mismo tiempo que el dolor una calma grandísima; como si recibiera la energía solar y la guardara adentro mío. Quizás sean delirios de la fiebre. El cuadro lo tengo muy avanzado. Menos mal que traje varios pomos de amarillo, rojo, verde, marrón. Formé unos ocres hermosos para el campo y apenitas si usé el gris para las paredes de la casa (como lo usaba mucho en la ciudad me traje varios pomos de gris también, pero ahora me parece que me van a sobrar). Me pareció un poco solitaria la imagen, así que me agregué a mí mismo a la derecha de la escena, como tirando semillas por el campo. Creo que dentro de todo quedó armoniosa la adición.

A la tarde pasaron los cuervos de vuelta y creí reconocer al que me visitó el primer día, pero ninguno bajó. Tengo el brazo curado casi del todo.

20 de febrero

Hoy me pasó algo rarísimo mientras pintaba: me sentí mareado de un momento a otro y me desmayé. Es la primera vez que me pasa en la vida. Mientras estaba inconsciente, me parece que soñé con la enfermera y el topo. Cuando me desperté, ya era de nochecita. Junté todo contento de que no se hubiera largado a llover, porque sino se me hubiera arruinado el trabajo de varios días. Me vine a casa y me acosté directamente sin comer (solamente tomé bastante agua. Cada vez tengo más sed). Estuve pensando mucho en el sueño, en si tendrá algún significado. Ya casi no me queda vela y no voy a prender otra. A dormir.

21 de febrero

O el día que sea. Hoy tomé el desmayo con naturalidad. Empezó antes del mediodía. Lo sentí llegar como la primera vez; como un mareo, una borrachera súbita. Como una vibración del paladar. Duró mucho más que la otra vez. No soñé, o no me acuerdo qué soñé. Cuando me desperté, estaba abrazado a unas plantas, y me picaban muchísimo los pies. Debe ser que no estuve usando el talco. También tenía unos botones de la camisa colgando. Me imaginé que el cuervo del otro día volvió a bajar y le llamaron la atención, brillando al sol. Ni ganas de coserlos. Tuve que volver a la casa en penumbras, me costó bastante ubicarme.

27 de febrero

Vuelvo a casa luego de varios días (imagino que unos 5 o 6; imposible saber a ciencia cierta). Me desmayé pintando y me desperté varias veces, pero me era imposible incorporarme. Traté de calcular la hora a partir de la posición del sol. Me extrañó que la segunda vez que me desperté fuera más temprano que la primera (lo atribuí a un error de mi mente delirante). Lo flaco de mi abdomen me indicó que en realidad había pasado más de un día. No tuve hambre ni sed. El cuadro está muy avanzado, me quedan pocas cosas para terminar. Me pregunto si lo terminaré antes de volver a desmayarme; también si van a durar más a partir de ahora los desmayos. Reconozco que es un poco raro, pero no me importa volver a la inconsciencia o al sueño de la enfermera y el topo. Me gustaría terminar el cuadro y seguir descansando, ya sea en esta cama o tirado entre las plantas, sintiendo a lo lejos los gritos de los cuervos que pasan todas las tardes a la misma hora y seguramente me miran curiosos desde lo alto.

viernes, 5 de febrero de 2010

Sin cables


Dice Tita que el día que empezaron a montar la antena en la terraza de la pensión hacía mucho calor, y que estábamos todos en el patio mirando y tomando helado. Yo no me acuerdo. Lo que sí me acuerdo es que al día siguiente, volviendo del trabajo, me sorprendí al ver el bonete de metal sobre el techo de la casa. Eso fue hace dos años, según los cálculos de Tita. Lo discutí con ella hasta que la fecha en las primeras recetas del médico lo confirmaron. Las recetas las encontré abajo de la pila de libros que tengo al lado de la cama, en la mesita de luz. Hay cinco libros. A veces leo antes de quedarme dormido. Los libros los voy rotando. Cuando termino el libro que está arriba de todo en la pila, lo pongo abajo y tomo el siguiente. Los libros son todos de colores distintos. El que estoy leyendo ahora es sobre delfines. Me gustan mucho las figuras de colores a doble página; tanto, que muchas veces salteo el texto y solamente me concentro en las figuras. Hay una muy linda, que siempre me quedo mirando por largo rato, de unos delfines malabaristas. Hacer malabarismos con unas pelotas blancas y rojas es su trabajo. A mí me gustaba mucho el mío. De eso me acuerdo bien. También me gusta mucho quedarme en mi habitación a leer libros tirado en la cama. Pero más me gustaba mi trabajo. Tenía una compañera de pelo muy rubio, que se llamaba Silvia. Tenía los ojos azules más lindos que ví en mi vida. Y a la tarde a veces me invitaba con un mate. Yo hacía muchas cuentas con una calculadora de esas que imprimen los resultados en un rollito de papel. Silvia no hacía cuentas. Atendía un teléfono que raramente paraba de sonar. A mí no me gusta hablar por teléfono. Pero a Silvia parecía gustarle. Siempre sonreía cuando hablaba con la gente que llamaba, y los trataba muy bien. Tita me dijo que la antena que hay en el techo sirve para que la gente hable por teléfono. Dice que hay gente que tiene teléfonos sin cables, y que los llevan a todos lados. A mí me cuesta creerlo. Pero una vez le ví al médico un teléfono con antenita en el cinturón. Era largo, macizo y gris. Los delfines son todos grises. El libro sobre delfines es amarillo y tiene el título escrito con letras negras. Los otros libros son de otros colores. No me acuerdo de qué trata el libro azul. Del verde oscuro me acuerdo que tiene unos dibujos de flores muy lindas en una de las páginas centrales. De los otros libros tampoco me acuerdo. Una vez Tita chocó la mesita de luz con una pierna y tiró todos los libros al piso. Yo me enojé mucho y le grité muy fuerte. Ella después me perdonó, porque es muy buena. Siempre me ayuda con la ropa y me trae la comida. Aunque no me gusta la comida que hace Tita. Me da la sensación de que siempre cocina lo mismo. Hoy me hizo milanesa con papas fritas. A mí me gusta más el puré. A Silvia le gustaba el pollo al horno. Cuando me pongo a pensar en ella, me doy cuenta de que la extraño mucho. También extraño mucho comer helado. Pero el médico no me deja salir, y Tita no me compra nunca. Ella ronca mucho a la noche. Lo sé porque yo casi nunca duermo. Pero no me importa no dormir. Cuando no duermo, leo los libros. Cuando me agarra el dolor de cabeza, no leo. Cuando Tita me trae la comida tampoco. Lo que menos me gusta de todo es el dolor de cabeza. Me agarra siempre más o menos a las tres de la tarde, y se me va a las cinco. El médico no sabe por qué me duele siempre a la misma hora. Yo tampoco sé. Me hace muchas preguntas, pero siempre se va con cara de preocupado y me receta muchos remedios. Yo a veces no tomo los remedios. Cuando no tomo los remedios, duermo menos. La mayoría de las veces tiro las pastillas por la ventana. Tita no se da cuenta porque ya no ve muy bien. Lo sé porque muchas veces le mostré figuras en los libros, y se nota que no las ve muy bien cuando se las señalo. Menos mal que yo veo bien. Eso siempre me ayudó en mi trabajo. Pero ahora no me dejan volver a trabajar. Cuando empecé a sentirme mal y a quedarme más en casa, en seguida me mandaron el telegrama de despido. Tita dice que lloré mucho cuando lo leí. Yo no me acuerdo bien de eso tampoco. Sí me acuerdo de que no hacía mucho que habían puesto la antena, y yo todavía no tenía los libros. Debe ser por eso que las primeras recetas quedaron abajo de la pila. Los libros me los compró Tita cuando me dejó de andar el televisor. Me acuerdo que la parte de arriba de la imagen se empezó a ver negra, y la mancha se siguió extendiendo hasta cubrir toda la pantalla. También hacía un ruido muy raro. A mí no me gustaba el ruido, y me hacía doler la cabeza. Aunque cuando dejó de andar el televisor, me siguió doliendo, siempre a la misma hora. Así que seguro no era el televisor. Pero a mí no me importa, porque me gusta mucho leer libros, y acordarme de Silvia. Con ella íbamos al cine a veces. Uno de esos días me animé a besarla. Tenía la boca muy húmeda y suavecita. Fue poco antes de tener que dejar el trabajo. Después de eso nunca más la ví. Muchas tardes pienso que a la salida del trabajo va a venir a visitarme, y la espero. Pero nunca viene. Igual yo leo mis libros, y en seguida me entretengo. Leo siempre, menos cuando me agarra el dolor de cabeza. Ahí es mejor cerrar los ojos bien fuerte, acurrucarse todo contra la almohada y esperar a que se vaya. El médico no me dijo que haga eso. Pero yo lo hago igual. Me doblo todo y espero a que se me pase, pero no se me pasa rápido. Tita a veces me ve en esa posición y se asusta, y me pide que me enderece. Yo no le hago caso. A veces Tita es muy molesta con algunas cosas. Pero la mayoría de las veces es muy buena. Yo le pregunté varias veces si la volvió a ver a Silvia por la calle. Ella dice que nunca más la vio. Yo le creo, porque Tita jamás me mentiría a mí. Además, me daría cuenta en seguida. Igual yo sé que me va a venir a visitar, porque nos besamos. Y la gente no se besa porque sí. A pesar de que ya pasó mucho tiempo, yo sé que cuando me mejore y vuelva a la oficina vamos a volver a estar juntos. Porque a ella le gustaba conversar conmigo, todo el día, y nunca nos cansábamos. Últimamente me siento muy cansado, hasta para discutir con Tita, o preguntarle por qué siempre cocina lo mismo. Me cuesta hablar de cualquier cosa. Así que leo los libros, y pienso. Me preparo para cuando el médico acierte con los remedios y yo me empiece a poner cada vez más fuerte, y pueda volver a salir a tomar un helado, y a la oficina, y a besar la boca de Silvia.

miércoles, 6 de enero de 2010

Inscripciones japonesas en el subte de Buenos Aires


Un día, viajando en la línea C del subte con mi amigo Gabriel (que ahora casualmente está viviendo en la mejor ciudad del mundo, Tokio), notamos que en el marco de una de las ventanas alguien había hecho un scratchitti de letras japonesas. Yo por ese entonces no había empezado a estudiar japonés todavía, pero me llamó la atención. Él sí ya entendía, y me lo leyó. El hecho me llamó la atención porque nuestros trenes fueron traídos de Japón (sabido es que allá son considerados obsoletos y acá los usamos todos los días como si nada); de hecho es común ver los carteles que dicen "禁煙 - No smoking", así que seguramente ese escrito fue hecho por alguien en Japón y viajó con el resto del tren hasta Buenos Aires.

A partir de ese día reviso los marcos de las ventanas para ver si encuentro alguna otra cosa (y de paso ver si entiendo algo). El otro día encontré un par y como tenía la cámara encima, saqué unas fotos para compartir con ustedes.


En la primer imagen se ven distintos caracteres (kanji y katakana), que por la superposición no puedo leer del todo. Lo más claro son los dos kanji que se ven bien contra el marco, al centro: 高校, que significa "secundaria alta" (seguramente arriba debe decir el nombre del colegio).


En la segunda imagen la mayoría son kanji, pero están muy poco claros (la superficie es medio curva y seguramente el movimiento del tren no ayudaba). Pero se lee claramente sobre la derecha, en Inglés, "I Love AKIRA, From KIM!!". Imposible saber si se refiere a la película o a alguien llamado así.

Cuando veo estas cosas me gusta pensar sobre los autores de las inscripciones. Se habrán imaginado, allá lejos en el tiempo, que alguien en Argentina iba a leer lo que escribían? Si se enteran de esto, empezarán a dejarnos mensajes desde ahora en los trenes que usan actualmente allá?

Si prestan atención en su próximo viaje, quizás descubran más inscripciones como estas. No duden en mandarme sus descubrimientos!