domingo, 12 de agosto de 2007

La sal




Me siento en el restaurante de la esquina del lugar donde trabajo y pido un churrasco con ensalada. El mozo, con cierto aire de preocupación, me avisa que la carne tardará unos 20 minutos en salir, y que los platos del día salen “en el acto”. Rechazo el cambio y procedo a esperar la comida, mientras hojeo el diario del día, en busca de la sección deportiva, los chistes, y luego, las noticias más trascendentes (o sea, las que quedan en la memoria por 5 minutos más).

Levanto por un instante la vista del diario, y noto que el mozo le comunica al dueño del local mi decisión. El dueño, un hombre calvo de unos 60 años, mira en mi dirección con un gesto mezcla de inevitable asombro y desesperación, y luego entra en la cocina como quien acepta la fatalidad cuando golpea las puertas del propio destino.

Continúo leyendo el diario con el mismo desinterés de siempre. Las noticias que aparecen frente a mis ojos son un asalto en el Barrio de Once, un tiroteo en San Justo, un choque en San Isidro, otro en Morón, una jirafa en el zoológico que hace goles con pelotas playeras. Chequeo el reloj, y ya pasaron 17 minutos desde que hice mi pedido al mozo. Lo miro con un gesto que evidentemente interpreta como impaciencia y me dice “ya está marchando lo suyo”.

Finalmente, luego de 23 minutos de espera, el plato con el churrasco y la ensalada aparece de la mano del mozo, que se disculpa por la demora y se retira solemnemente. Tomo los cubiertos, y me percato de que falta el salero.

-Mozo, necesito la sal, por favor.

El mozo toma un salero de una mesa vecina y amablemente lo deja en mi mesa. No lo comenté antes por parecerme innecesario, pero me gusta mucho la carne cuando está bien salada, además de cocida.

Recorro el espacio entre la carne y mi mano con el salero dos o tres veces, agitándolo con un poco de fuerza, viendo como los finos cristales se hunden en la carne algo jugosa. Cuando juzgo que es suficiente (y quiero remarcar, esto es bastante después de lo que lo juzgaría la mayoría de la gente), dejo nuevamente el salero en la mesa, y procedo a cortar el primer trozo de carne.

Cualquiera que guste de la carne y alguna vez haya comido un buen churrasco, conoce la gloria de este momento, así que no me voy a detener demasiado en la sensación de gula infinita previa a probar el primer bocado. Lo particular de la situación, es que definitivamente, la carne no estaba salada. Estaba sosa, como si nunca hubiera intentado salarla.

Tomo el salero con cierto enojo y la salo un poco más, como quien tampoco quiere excederse. Pruebo otro pedazo: como si nada. Con mucho enojo, duplico la cantidad de sal, sólo para encontrar otro pedazo con el mismo gusto que todos los anteriores.

Pongo un poco de sal sobre la palma de mi mano y la lamo. En ese momento, mis papilas gustativas me recuerdan que olvidé lavarme las manos, y siento un gusto agrio, a mugre, pero la sal no tiene sabor.

Siento un fastidio intenso, tiro dos billetes de diez pesos sobre la mesa y me retiro bruscamente, arrancando mi presencia del restaurante decadente y vacío. La calle es azul, y veo seres deformes, y tortugas saltando la soga, pero sólo siento fastidio y ganas de discutir con todo el mundo en la oficina, y te veo en todos mis pensamientos, y protesto por haberme olvidado de vos en la noche de amapolas amarillas.

21 comentarios:

Luciano dijo...

No iba a publicar esto, pero ya lleva un par de semanas escrito (lo que me hizo perder la verguenza); y para los que gustan de mi estilo, tienen algo para ir engañando el estómago ;)

Saludos a todos!

guadis! dijo...

Engañando el estómago? Sabés hace cuánto que no como un buen pedazo de carne?!?! Son exactamente las 9.44 am y me comería un bife de chorizo con papas fritas!!

Princesa dijo...

Me mato el final...muy lindo e inesperado.

Saludos !!

Fairest Creature dijo...

Ya se te descompusieron las papilas gustativas por usar tantísima sal =)

Mala costumbre.

Además, la carne debe saber a carne... sólo hay que sazonarla un poquito.

CAR. dijo...

Me gusto mucho, aunqeu por ser casi vegetariana me costo bastante identificarme.... igual el final lo volvio mas comprensible para mi no-carnivora mente.
Sdos!

Anónimo dijo...

Eso te pasa por no ponerle azúcar a la carne, como debería ser!

Flor dijo...

El otro día también escribí sobre un rato en un bar... pero no era almuerzo, sino desayuno.
Si algún día me dan ganas lo subo.
Parece que las tortugas todavía eran visibles en tu relato.
Me gusta el final.
Besos :)

Luciano dijo...

guadis: vamos, que por Atlanta se debe conseguir un buen churrasco en alguna esquina... Yo lo sufriré el mes que viene en Dallas :(

princesa: gracias, me alegro particularmente de que te haya gustado el final :)

fairest creature: son los vicios que uno tiene, vió?

let it be: perdón, ahora me siento un discriminador... :P

hernán: lo más parecido a eso que hice fue ponerle por error edulcorante a un filet de merluza; no solamente que sabía horrible, sino que me lo comí todo :(

flor: uno siempre puede ver las tortugas que quiere si le pone las suficientes ganas; me alegro que te haya gustado el final, para eso está ;)

Un saludo a todos!

La Incondicional dijo...

Lucho: a juzgar por lo que vio al caminar por la calle me parece que no era sal precisamente por eso no tenía gusto aunque sí otras consecuencias. Me gusta mucho el último párrafo en particular.

*AntagoniSta* dijo...

Cruel, cruel, cruel... 11,25 hs y aún me quedan 2 hs más de laburo y usted que me deja en boca-papilas gustativas-estómago, unas ganas de comerme un churrasco que ni le digo!!!!

Del final, todas las felicitaciones que quiera, pero a mí las ganas de comerme un churrasco no me las saca nadie!

Diana dijo...

Es triste. Lo único que pides es un poco de sal, no es demasiado. Lástima por tu churrasco.

Luciano dijo...

la incondicional: coincido plenamente. Creo que hiciste la interpretación correcta del cuento.

antagonista: jajaja y cómase uno, mujer.

diana: es triste si así lo considerás :P Churrascos hay muchos, después de todo.

Saludos a todos!

Anónimo dijo...

sos soltero, casado, divorciado, viudo...?

Luciano dijo...

sr. anónimo: nunca me he casado... Qué tiene que ver eso con el cuento? Mire que esto es ficción, eh?

La Incondicional dijo...

Lucho, querido: come back!!!!! Can anybody hear me????!!!!

Luciano dijo...

la incondicional: I'm right here ;) Don't panic

Matías dijo...

muy buena historia, aguante el churrasco salado....

Luciano dijo...

mbb: me alegro de que te haya gustado, y aguante la nerca!

Caro dijo...

"una jirafa en el zoológico que hace goles con pelotas playeras".

Sublime.

Pero yo estaba esperando que se te abriera el salero y cayera toda la sal arriba del churrasco. Estaba segura *segurísima* de que eso iba a pasar. Pero justo no.

Salu2!

Caro dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Luciano dijo...

caro: Me alegro de que te haya gustado y de que no me hayas podido anticipar :P