Mucho se habla y se ha hablado del jet lag, fenómeno que ocurre cuando uno atraviesa zonas horarias y el cuerpo se piensa que es una hora y en realidad es otra (y no, no alcanza con que la mente sepa que es de día mirando el sol, pregúntenle a Hernán que creía que era así y después se quería matar). Pero dado que este blog es pionero en descubrimientos científicos y será leído en las facultades de medicina y otras por las generaciones futuras, como lo hicimos con el cansancio de museo, ahora ponemos en evidencia otro fenómeno: el season lag.
Por ejemplo este año me tocó viajar dos veces al hemisferio norte; en Febrero estuve en el invierno de Chicago (mamita querida! de -8 °C a -6 °C parejito todos los días) y New York (más llevadero), y en Septiembre estuve en el final del verano japonés (que fue el más caluroso de los últimos varios años, 34 °C de máxima todos los días). Eso se intercaló con el clima argentino (unos 4 meses de Córdoba, donde hace más calor que en Buenos Aires, y Buenos Aires). Con lo que mi año se pareció más o menos a esto: Verano-Invierno-Otoño-Invierno-Verano-Primavera-Verano (esperemos). Y la verdad que muchas veces salgo a la mañana y algo en el cuerpo me dice "uh, no, está haciendo más calor, tenía que hacer más frío". Es algo visceral, animal. Igual que pasa con el jet lag, no se cura mirando el almanaque.
Amigos viajantes: Les ha pasado algo similar? Si les pasó, cómo pelearon contra eso?
Un saludo a todos!