lunes, 17 de diciembre de 2007

Lluvia


Hoy decidí que aprovecharía la lluvia que anunció el señor de moño pardo y bigote del noticiero en el pronóstico de la mañana para salir a bañarme y lavar mis culpas y mis malos recuerdos. Después de todo, todos tenemos algún mal recuerdo en nuestras vidas, alguna Julia o Jorgelina que nos ha dejado porque le fuimos infieles (pero solamente una vez) o un insecto que nos pareció mal haber matado, y soñamos con algún día sentirnos limpios de culpa y cargo y tomarnos un licuado de frutilla en una mesa a la calle de un restaurante, a las 4 de la tarde de un domingo, como quien no quiere la cosa.

Como se trataba de algo medianamente importante, no podía hacerlo suceder sin prestar atención a los detalles. Tenía que vestir el patio de casa para la ocasión. Lo primero que hice fue llevar a todas las plantas en sus macetas, una por una, al balcón de casa y arrojarlas a la calle desde allí. Ví que mucha gente se asombró y hasta algunos vecinos juntaron algunos de los ejemplares para seguir haciéndolos crecer en sus propios patios. Pobres infelices.

Luego saqué el auto del garage y me dirigí hacia la pinturería que hay a tres cuadras de mi casa, donde le pedí a Don Gerardo dos tarros grande de Albalátex amarilla y uno chiquito de naranja. Me los vendió pero como un padre que se separa de sus hijos, como la señora Gladys cuando me vendió el gatito que había tenido su gata Teresa y que regalé a una novia allá lejos en el tiempo. Cargué todo en el auto y lo dejé a Don Gerardo, lo sé, preguntándose por qué no había comprado brocha ni pincel.

Llegué a casa y después de fumarme un pucho me puse manos a la obra. Destapé los tarros blancos por fuera y amarillos por dentro y con una escoba me puse a pintar violentamente y con decisión el cuadrilátero antes blanco con piedritas azules. Cuando terminé, me había sobrado todavía un poco en cada tarro, y los guardé para alguna ocasión futura.

Habiendo cubierto todo de amarillo, mojé mis manos en la pintura naranja y dibujé con trazos gruesos en todas direcciones. Me dejé llevar y tracé líneas (sobre todo diagonales), y cuando sentí que había terminado me paré un rato a tratar de adivinar formas, y colibríes, y cuentas de sumar que no daban; y un árbol como un jacarandá pero naranja de hojas y de tronco.

El terreno estaba listo. Me tiré boca arriba y completé la obra. Era la hora que el señor del noticiero había señalado. El cielo era una mezcla brumosa; era cientos de grises mientras el piso era amarillo y naranja, y yo.

Diez minutos más tarde, el cielo cayó en forma de pequeñas perlas sobre mí; me golpeó, me desgarró las voluntades y la carne. Esperé a que terminara, a levantarme nuevo y con derecho a tomarme un licuado de frutilla en una mesa a la calle de un restaurante, a las 4 de la tarde de un domingo, como quien no quiere la cosa. En cambio al terminar me sentí cansado y aburrido; me miré al espejo y me sentí sucio. Ahora pienso que en realidad la lluvia no nos lava, sino que nos deja una versión más corrupta de nosotros mismos, para que miremos en el espejo y nos demos lástima; y nos peguemos un baño para después tomarnos un mate mirando en la tele el pronóstico para el día siguiente esperando que el señor de moño pardo y bigote anuncie Sol para mañana, Sol para pasado mañana, Sol todos los días, solamente Sol menos a la noche, que puede llover todo lo que quiera porque se duerme tan bien con lluvia cuando uno está adentro, bien metido debajo de la sábana.

15 comentarios:

Luciano dijo...

Con este cuento no pude evitar la sensación de que estoy escribiendo siempre lo mismo últimamente; tiempo de buscar nuevos horizontes literarios...

Saludos a todos!

YosoyineS dijo...

Para mí expresas fenomenalmente lo que se entiende como culpa catártica.

No se, es un estilo muy propio de escribir.

Besotes!

*AntagoniSta* dijo...

Qué lo parió! que buen relato... impecable, y tan tuyo!

Gustavo López dijo...

Eso, tenés razón, siempre lo mismo, necesitás ponerte bajo la lluvia y expiar lo tuyo...

lemonpiegigante dijo...

Me gustó, me gustó.
Pero pensaba en todos aquellos que necesitan ser lavados y no saben que solo una persona puede lavarnos.
En fin, besos

Luciano dijo...

yosoyines: Busqué lo de la culpa catártica en Wikipedia y en Google en general y no encontré nada al respecto; me debés la explicación ;)

antagonista: Me reí bastante con tu "que lo parió", no sé por qué, me causó gracia. Gracias por los elogios desmedidos :)

el guz: Lo voy a probar y después te cuento cómo me fue...

lalu: Una sola persona? Te estás refiriendo a EL?

La Incondicional dijo...

Mis hijos y yo tenemos el ritual de ver llover desde la puerta de casa y, si es verano, salimos los tres a dejarnos mojar por la lluvia. Una sensación muy relajante.

Luciano dijo...

la incondicional: A mí no me gusta, y parte de eso se refleja en el cuento ;)

María Gabriela Costigliolo dijo...

"nubes negras, llueve otra vez y aqui adentro los dos, tu voz me despierta, dulces de sueños, pereza y amor".. ( pedro aznar) Un saludo, un abrazo.

Luciano dijo...

la costigliolo: Bienvenida, gracias por pasar :)

La Incondicional dijo...

¿No te gusta la lluvia? Es que sos de otro planeta acaso?

Luciano dijo...

la incondicional: Nono, soy de este, donde la mayoría de la gente está bajo techo cuando llueve :P

Cecis ... funámbula dijo...

Luciano: No es la primera vez que me pasa...y no porque escribas siempre lo mismo, sino porque lo escribis siempre tan bien...me senti en ese patio, con esos colores...estuve ahi...gracias y feliz 2008...con lluvia, sol y pinturas de colores....siempre habra algo que lavar

Laurencio Wolframio dijo...

Me recuerda a la vez que quise redimir mi consciencia por no estar estudiando como era debido, y me fui al cementerio de la Chacarita a tratar de revivir parientes lejanos haciendo una danza que creía era de muertos-vivos, hasta que un cuidador me preguntó qué hacía a esas altas horas zapateando un Pericón sobre la tumba de un pobre infeliz que habían enterrado esa misma mañana. Así fue como volví en mí y traté de remediar mi verguenza con cosas que es mejor no contar, porque para remediarlas también tuve que inventar otras, y así sucesivamente... no quieras saber para qué entro a tu blog... =P

Luciano dijo...

funámbula: Muchas gracias por las palabras lindas; como ya dije, me da pilas para seguir escribiendo, aunque sea de vez en cuando.

laurencio: Jajaja te prometo que la próxima te acompaño! Y no, no te pregunto para qué entras al blog mejor... Lo importante es que entres ;)